sábado, 30 de noviembre de 2013

JAVIER RUIBAL. PENSION TRIANA


En 1993, era imposible encontrar los discos de Javier Ruibal en las tiendas. A pesar de sus continuas actuaciones en múltiples escenarios, encontrar una copia de "Cuerpo celeste" o "La piel de Sara" era una tarea ardua, que se convertía en imposible si uno buscaba un ejemplar de "Duna", editado por Hispavox en 1983 y rápidamente agotado y, por supuesto, nunca reeditado.


Era necesario que las increíbles canciones de Javier Ruibal tuvieran un reflejo en forma de disco y entonces el manager Paco Lucena, que había iniciado su propio sello discográfico con Burning y Malevaje, decidió dar el paso y preparar un disco que recopilara la trayectoria del intérprete gaditano. Sorprendente grabación, que aunque realizada en uno de los mejores estudios de Madrid, Sonoland, no se produjo mediante la realización de distintas tomas, pistas y posterior mezcla.La idea de Javier Ruibal, también productor del disco, era captar el ambiente que se respiraba en sus actuaciones. Por eso, optó por reunir a un grupo impresionante de amigos y músicos, para realizar una serie de ensayos, como si de una actuación se tratase y, posteriormente, trasladarse al estudio para grabar en directo, y de un tirón, la sesión completa.Entre los dias 15 y 18 de diciembre de 1993, quedaron para ensayar Javier Ruibal y una tremenda banda de secuaces: los guitarristas Antonio Toledo y John Parsons, el bajista Marcelo Fuentes, Chano Domínguez al piano, vientos y saxos a cargo de Jorge Pardo, batería y percusiones tocadas por Carlos Carli, Luis Dulzaides y Guillermo McGill y finalmente Martirio y Gemma Corredera haciendo coros. Era tan tremenda esa reunión de talento que con ese nombre aparece en los créditos del disco: "Tremenda La Banda".


Se realizaron dos sesiones de grabación los días 19 y 20 de diciembre, en el Estudio 1 de Sonoland, con Carlos Martos, Jesús Alcañiz y el resto del equipo técnico de Sonoland, con el aporte especial de directo a cargo de Toño Castro y Espiral. Y para darle ambiente, unos cuantos elegidos pudieron asistir como público y darle calor y color a la grabación. El repertorio reunía lo más granado del repertorio de Javier Ruibal: temas de su disco de debut, como "Bulerías", "La canción del gitano" o "Amada". Canciones de su segundo disco, "Cuerpo celeste", de 1986, como "Guadalquivir", "Tierra" o "¡Ay, Pelao!". Tonadas de un tercer disco editado en 1989, "La piel de Sara": "La dama de la isla", "La Rosa Azul de Alejandría" o "Agualuna". Y para completar el repertorio, temas nuevos, aunque ya populares en directo: "Pensión Triana", "La flor de Estambul", "Y la noche fuera", etcétera.El disco vió la luz en los primeros meses de 1994, con "Pensión Triana" como tema estelar y muy pronto se convirtió en el disco más vendido de toda su trayectoria. No era un disco más. Había sido grabado en un "estado de gracia" especial, en unas circunstancias irrepetibles y con unos músicos insuperables. Su sonido era un fiel reflejo de lo que era un directo de Ruibal y todo el disco respiraba esa autenticidad musical que se había plasmado en la grabación.


Pero el mundo de la música es una noria que, a veces, coge velocidad de centrifugación y, unos años mas tarde, Paco Lucena se vio en la tesitura de cerrar su división fonográfica para centrarse en la representación artística. Fue Discos Lollipop la que adquirió Don Lucena Discos, incorporando, entre otros, este "Pensión Triana" que, rápidamente, fue reeditado.


Actualmente, es uno de los diez discos más vendidos del todo el catálogo de Discos Lollipop. "Pensión Triana" se ha convertido, con el paso de los años, en uno de los discos esenciales de la música pop española, como la crítica ha dicho, e incluso ha sido reseñado como uno de los 200 discos esenciales de la historia de la música popular en España.En estas fechas se cumplen exactamente quince años de aquella grabación y es por eso que Discos Lollipop y 18 Chulos, han unido fuerzas para realizar una edición muy especial, en edición limitada y formato de disco-libro, con las letras y partituras manuscritas por el propio Javier, aderezos varios e ilustraciones del gran Santos de Veracruz. Una edición que, como un buen oloroso, ganará con los años y el trasiego entre altavoz y oreja, con un sabor tan especial que no dejaremos de paladearlo tema a tema, día tras día, con el oido, pero también con la vista y el tacto. Y, en poco tiempo, será pieza de coleccionismo y si no, al tiempo...


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