Los bigotes actuales, si bien siguen representando poder, masculinidad, seguridad y confianza de sus dueños en sí mismos, se han acomodado a los tiempos, mucho menos turbulentos que en otras épocas.
Los de hoy, se dividen en tres categorías: mosqueteros, revolucionarios y cortos. Forman parte del vello en el rostro, "y no hay nada más varonil que tenerlo", asegura Omar Castillo, director general de Scissors Peluqueros, un establecimiento de postín en la colonia Cuauhtémoc (Mexico D.F.) al que asisten muchos hombres y mujeres de la vida pública. El estilista asegura que a quienes usan bigote se les identifica no sólo con el poder sino con una personalidad fuerte. "Aunque el bigote también aumenta la edad", advierte.
Para el psicólogo Horacio Guevara Cruz, profesor e investigador del Grupo Emergente de Investigación Oaxaca, con un posgrado en la Universidad de Salamanca, España, "el bigote tiene que ver en una primera instancia con el contexto histórico, porque en cierto momento se le atribuyó virilidad. También es una característica de madurez, del pasar de niño a hombre y, finalmente, es un elemento de seducción".
Los bigotes de nuestros días se dividen en tres modalidades:
*Mosquetero. Debe ser delgado, para lo cual se rasura el vello bajo la nariz de modo que crezca sólo un poco arriba del labio superior. Es como el que usaba Pedro Infante.
Este tipo de bigote tiene su origen en Francia. Según la apariencia y personalidad de quien lo lleva, confiere un gesto adusto y también un toque aristocrático y de autoridad.
*Revolucionario. Es amplio, grueso y sobrepasa las comisuras de los labios. Es un buen camuflaje para los hombres de boca chica. Es muy abundando y con volumen.
*Corto. Es más angosto que las comisuras de los labios y con él se corre el riesgo de que parezca más chica la boca. Tiene que afeitarse a diario, para que no pierda la forma.